miércoles, 16 de septiembre de 2015

Cuento de ciencia ficción
Apocalipsis
Ruben Moreno

Cuando escuchamos las primeras explosiones, pensamos que se trataba de una celebración
Pero cuando llegamos a la puerta grande del centro comercial pudimos ver que no eran simples juegos artificiales, estos eventos que se producían a una gran distancia de donde mirábamos atónitos, eran tan fuertes que eran iguales a esas imágenes que tenemos todos de la bomba atómica, grandes hongos se divisaban a kilómetros de distancia, uno tras otro. Pero lo que más aterrorizaba era que cada vez se veían mas cerca.
Ahí fue cuando escuche la voz de una mujer la cual estaba cerca pero no podía ver, que dijo
Sera este el tan anunciado fin del mundo.
Un frio recorrió todos nuestros cuerpos, todos nuestros miedos se volvieron realidad. Eso de lo que tanto se había hablado pero nunca se le prestó atención en verdad estaba sucediendo...?
Inmediatamente llegaron a mi mente las imágenes de nostradamus de los mayas etc. etc. y lo más impactante eran las imágenes y eventos que se anunciaban en al apocalipsis, pero esto era una suposición de lo que estaba ocurriendo, pero el miedo era tan fuerte y no nos abandonaba.
Curiosamente antes de llegar al centro comercial pudimos observar a centenares de estudiantes de una de las mejores universidades del país, la cual tenía su sede ahí cerca. Como hacían fila en varios stands para recibir un libro que llevaba por título el universitario, no aguantamos la curiosidad e hicimos la fila, ahí nos entregaron el ejemplar de un libro de pocas páginas, cuya portada era de color verde y su titulo en letras grandes… el universitario.
Al abrirlo nos causo mucha gracias de ver que se trataba de un diccionario con la ilustración de cada palabra digno de un niño de jardín aprendiendo sus primeras letras. Sin comprender nos alejamos hacia nuestro destino que era el gran centro comercial, una estructura impresionante de color blanco con muchos niveles en los cuales se podía conseguir desde una aguja hasta un trasatlántico.
Se escucho entonces un gran barullo y a la distancia pudimos observar que una gran revuelta se había formado en la universidad, lo que sucedía era que los furiosos alumnos destrozaban todos los stands y enfurecidos linchaban a sus profesores con sus libros el universitario. Uno de mis acompañantes dijo inocentemente . Esto parece el día de llegada refiriéndose al fin del mundo.
Unos minutos antes de escuchar las primeras explosiones, departíamos en la cafetería del lugar con el comandante de la policía, el cual estaba disfrutando de su día libre. El con guitarra en mano y vestido de jean y buso nos deleitaba con partes de algunas canciones, a la vez que intercambiamos conocimientos sobre este instrumento musical, recuerdo su cara de asombro y de miedo cuando comenzó todo este Armagedón. El como cabeza de la autoridad debía hacerse cargo de la situación la cual para ser francos se le salía totalmente de las manos, mas sin embargo salió raudo por las escaleras pidiéndole a sus subalternos su uniforme de capitán.
Para tranquilidad de todos las explosiones cesaron y a pesar de que el miedo no nos abandonaba se dibujo en todos una sonrisa nerviosa, ya había pasado, el mundo no se había acabado. Pensamos entonces que tanta gente había muerto en los sitios exactos donde ocurrieron y quedo la pregunta en el aire de que realmente había pasado.
Comenzamos a subir de nuevo las escaleras para ingresar de nuevo al centro comercial y llegar hasta la terraza de donde observaríamos mejor las zonas devastadas, fue ahí cuando escuchamos unos sonidos que no distinguíamos pero al acercarse determinamos que se trataba del chillido de un animal, pero lo aterrador era que parecían que pertenecía a miles de animales que venían en desbandada, justo hacia donde nosotros avanzábamos.
La duda fue despejada cuando por encima de nuestras cabezas comenzaron a saltar ratas que amenazaban con morder, eran miles de ellas de diferentes tamaños. Cuando llegamos al último escalón, vimos un tapete por el gran salón de entrada, era un tapete de estos animales los cuales estaban huyendo de algo, de algo muy malo. Como eran tantas pasaban muy cerca a nuestros cuerpos, ahí fue cuando le encontramos utilidad al libro del universitario ya que nos servía de arma y de escudo para que estas alimañas no nos mordieran. Los utilizamos como bates de beisbol y acertábamos cada golpe.
Fue entonces cuando toda la algarabía que se había causado se silencio, a nuestro alrededor no habían roedores solo gente tirada en el piso blanco del salón, unos maltrechos por la mordeduras y otros por los cuales ya no había nada que hacer. De frente a nosotros había un resplandor que se acercaba a gran velocidad , la primera reacción que tuvimos fue correr en sentido contrario. Pero todo se ilumino, no hubo dolor no hubo miedo.
Ahora solo trato de recordar que mas paso esa tarde en el centro comercial pero por mucho que me esfuerzo solo llegan a mi mente estos episodios, quisiera saber realmente si esa tarde fue en verdad el tan anunciado fin del mundo.


Fuente:http://www.losmejorescuentos.com/cuentos/CF1624.php
El Misterio de los ojos Azules.
Alejandra Merino Villegas 

El tumulto trastocaba la cabeza para admirar los rostros pálidos que tenían de semillas color azul incrustadas en las cavidades. Saboreaban la belleza fluyente de un celeste-sombrío, porque detrás de ese pigmento natural había un peculiar ver. Cada paso que daban polemizaban un espectáculo para los que se perdían descubriendo la clave para obtener un par de ojos del mismo tipo. En cambio yo, volteaba para otro lado al saberme no reflejada en los palpitantes contornos de las pupilas. Era cuando las cuestiones me invadían el cráneo, ¿los de ojos azules querrán tener ojos cafés? El cielo azul, la tierra café, ¿la tierra querrá el azul del cielo y el cielo el café de la tierra? Ningún dictamen se me consentía. Fue sino hasta la tarde en que revoloteaban dos niños muy discrepantes, el primero de ellos tenía una tez de piel morena, sus fanales en cambio eran tan claros como el agua acumulada. Sonreía brincaba y se me acerco para pedirme un dulce, se lo di afablemente. Detrás del primer niño había otro con una dermis blanco casi transparente y una vista café como la cascara de los arboles. Les pregunte ¿Cuál es el misterio de los ojos azules? A lo que ellos respondieron “ninguno que no se pueda resolver con un poco de creatividad”. Entonces trate de ir al fondo de sus palabras para crear una vasta explicación base acerca del acontecimiento que vi en los dos pequeños, concluí en un método quimérico pero razonable para resolver al nombrado problema, por el idioma, raza, religión y todos los modelos aceptados en los que nos clasificamos.

Fuente: http://www.losmejorescuentos.com/cuentos/CF1709.php

martes, 15 de septiembre de 2015

Poemas
AMOR AMÉRICA (1400)

Pablo Neruda

Antes que la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales:
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.

El hombre tierra fue, vasija, párpado
del barro trémulo, forma de la arcilla,
fue cántaro caribe, piedra chibcha,
copa imperial o sílice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la empuñadura
de su arma de cristal humedecido,
las iniciales de la tierra estaban
escritas.
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron
o se inundaron de silencio o sangre.

No se perdió la vida, hermanos pastorales.
Pero como una rosa salvaje
cayó una gota roja en la espesura
y se apagó una lámpara de tierra.

Yo estoy aquí para contar la historia.
Desde la paz del búfalo
hasta las azotadas arenas
de la tierra final, en las espumas
acumuladas de la luz antártica,
y por las madrigueras despeñadas
de la sombría paz venezolana,
te busqué, padre mío,
joven guerrero de tiniebla y cobre,
oh tú, planta nupcial, cabellera indomable,
madre caimán, metálica paloma.

Yo, incásico del légamo,
toqué la piedra y dije:
Quién
me espera? Y apreté la mano
sobre un puñado de cristal vacío.
Pero anduve entre llores zapotecas
y dulce era la luz como un venado,
y era la sombra como un párpado verde.

Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza de púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada
palabra aún no nacida de mi boca.



El Cuervo
Edgar Alan Poe
Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”
¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.
Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”
Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.
Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”
Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

En Qué Lugar 

César Dávila Andrade

Quiero que me digas; de cualquier
modo debes decirme,
indicarme. Seguiré tu dedo, o
la piedra que lances
haciendo llamear, en ángulo, tu codo.

Allá, detrás de los hornos de quemar cal,
o más allá aún,
tras las zanjas en donde
se acumulan las coronas alquímicas de Urano
y el aire chilla, como jengibre,
debe de estar Aquello.

Tienes que indicarme el lugar
antes de que este día se coagule.

Aquello debe tener el eco
envuelto en sí mismo,
como una piedra dentro de un durazno.

Tienes que indicarme, tú,
que reposas más allá de la Fe
y de la Matemática.

¿Podré seguirlo en el ruido que pasa
y se detiene
súbitamente
en la oreja de papel?

¿Está, acaso, en ese sitio de tinieblas,
bajo las camas,
en donde se reúnen
todos los zapatos de este mundo?


 Webgrafía: http://www.poemasde.net/en-que-lugar-cesar-davila-andrade/

lunes, 14 de septiembre de 2015

Mito las Moiras


Las Moiras son deidades que personifican el concepto del destino. En la antigüedad se creía que cada ser humano tenía su propia Moira o destino. Estas tenían como función asignarle a cada uno su propia suerte y maldición, regulando así la vida de cualquier mortal.

Mito las Moiras

Se dice que las Moiras son hijas de Zeus y Temis. Son tres hermanas: Cloto (rueca), que era la mas joven y la que hilaba. Láquesis (pluma), que tejía el destino. Y Átropos (balanza), la mayor y la que cortaba los hilos. Ellas 3 tenían que asegurar que el destino de cada uno se cumpliera, incluyendo el de los dioses. Deben asistir al nacimiento de cada persona, hilar y predecir su destino.

Estas deidades se asociaban en la antigüedad al nacimiento, pues se decía que en ese momento, las Moiras decidían todo lo que iban a vivir durante su vida y cuando iban a morir. Luego evolucionó a las 3 Moiras mencionadas y que la vida era determinada por hilos: Blancos o dorados para los momentos en la vida de felicidad, y de lana negra los momentos de dolor.
Webgrafía: www.mitoscortos.com

Mito el Amigo Imaginario


Cuenta una historia que un niño pequeño el cual contaba con tan solo 8 años, hablaba diariamente solo en su habitación y sus padres se preguntaban con quien este conversaba a lo que el niño les respondía que tenía un amigo imaginario, pero los padres solo se reía del niño, diciendo que eran solo cuentos infantiles. El niño les contaba a sus padres que su amigo le susurraba cosas de las cuales muchas eran terribles, pero los padres solo reían y decían que eran inventos infantiles.

Mito el Amigo Imaginario

Un día el niño decidió ir a jugar al frente de la casa donde llevo a su amigo imaginario, el cual según el niño le decía que se alejaran un poco más de la casa para que el juego fuera más divertido. Mientras más se alejaba el niño, más le insistía.

Cuando se encontraban lo suficientemente lejos de la casa, el amigo imaginario, en medio de un juego reto al niño diciéndole que no era lo suficientemente valiente y fuerte para lanzarse a detener un coche como lo harían sus héroes a lo que el niño muy valiente se colocó rápidamente en medio de un automóvil para detenerlo, afortunadamente un vecino iba cruzando por el lugar donde el niño estaba por hacer su demostración a su amigo imaginario y rápidamente salvo al niño de una muerte fatal. 

Rápidamente el niño muy asustado fue llorando donde sus padres los cuales lo aconsejaron y mediante terapias el niño pudo superar el trauma y olvidar a su amigo imaginario. Luego de años y ya cuando el niño había crecido, recordó las tentaciones de su amigo imaginario y agradeció al vecino por haberle salvado la vida. Hoy en día el niño solo cree en amigos reales y trata de no imaginar a su supuesto amigo.